Rastrillada:Huella o rastro más o menos visible, que en el suelo firme y sobre el pasto dejan la huella de una caballería, las plantas de un cuadrúpedo cualquiera, o las ruedas de un vehículo en las zonas o caminos poco frecuentados. Ella constituye una fuente preciosa de informaciones para nuestros afamados rastreadores. Dr. Lisandro Segovia. Diccionario de Argentinismos. 1911.-

sábado, 9 de agosto de 2008

El por qué de "Cañadón del Vecino"

DETRÁS DE LOS NOMBRES
Nuestros contemporáneos habituados a reconocer los lugares por sus nombres, en su mayoría ignoran el significado que se oculta tras ellos escribe Alfredo A Pedrós en
http://www.rincondehistoria.com.ar/index_archivos/page0001.htm

GUIDO – DOLORES

“VECINO”
El origen del nombre “Vecino” con que se conoció primitivamente el partido de General Guido, debemos buscarlo en un paraje existente en el actual partido de Dolores, que habría comenzado a ser nombrado así entre los siglos XVII y XVIII, merced a la actividad rural conocida en aquellos tiempos como “vaquerías”(l).
Se denominó “vaquerías” a la acción de recoger ganado para obtener cueros, grasas y cebo. (Ampliaremos el concepto en otro lugar).
“Corral del Vezino”
En el tratado de paz firmado entre el gobierno del Virrey Vértiz y el cacique Cayupulqui, el 7 de julio de 1782, se fijaba como máxima aproximación a la guardia de Chascomús, el frente extendido al otro lado del río entre el “Rincón del Tuyo” (Tuyú) y el “Corral del Vezino”.
Esto prueba de muy antiguo el reconocimiento topográfico del arcifinio que trataremos de precisar. Como primera medida consultamos los diccionarios
Corral: (Del latín cors, cortis, corral.) s. m. Sitio o lugar que hay en las casas o en el campo, cercado y descubierto, que sirve para diferentes uso // de vecindad. Provincial.Andalucía. Casa de muchos vecinos pobres.
De ahí que “corral en la acepción de cercado para guardar ganado —según Tobías Garzón— es un argentinismo”, que no se corresponde con la época ni el lugar.
Vecino, na. (Del lat. vicinus, de vicus, barrio, lugar) adj. Que habita con otros en un mismo pueblo, barrio o casa, en habitación independiente.
Aquí también deberíamos tener en cuenta espacio y tiempo, territorio colonial del imperio español, siglo XVIII; vecino igual a ciudadano urbano de plenos derechos, es decir, blancos, españoles peninsulares o criollos, propietarios de casa y terrenos.
Aunque en el Río de la Plata la exigencia podía tener una excepción, ser extranjero pero casado con descendiente de los primeros pobladores que trajo Juan de Garay, o en su defecto haber comprado sus títulos.
No habíamos terminado la investigación, cuando hallamos vía Internet, un artículo que aligeró nuestra carga. El mismo se titulaba “Corral de Vecinos” y se refería a cierta arquitectura tradicional de Andalucía, sobre todo de Sevilla —similar a nuestros “conventillos” porteños—, que estaban desapareciendo bajo la piqueta del progreso.
Aunque de gran interés social y actual, lo que nos atrajo fueron los antecedentes históricos expuestos.
“El corral de vecinos andaluz tiene su origen en los adarves árabes –callejones ciegos con una sola entrada— y más propiamente en el curralaz mozárabe –corral sobre el que se abrían las puertas de las viviendas. Se tienen noticias históricas de su existencia desde el siglo XIV, y con mayor precisión en el siglo XVI. Fue en esta época cuando experimentaron un gran desarrollo, especialmente en Sevilla, por ser puerto exclusivo de entrada y salida para las Indias.”
En síntesis, los habitantes de los corrales de vecinos han simbolizado siempre al pueblo llano de las ciudades, compartiendo su vida en torno al patio, centro neurálgico del grupo que allí se albergaba, sirviendo de respuesta a una necesidad social.
Vaquerias y corrales
Viene a cuento un trabajo de Andrés Carretero — y se nos ocurre que la vida de aquellos sujetos que participaban en las mencionadas “vaquerías” de fines del siglo XVIII, bien podrían haber adoptado la costumbre andaluza y adecuarlas a nuestra campaña —.
Nos habla —Carretero— de los llamados “arrimados”, personas que a veces con sus familias, emigraban al campo en busca de sustento, internándose sin licencia en la campaña y estableciéndose cerca de alguna estancia. Se aprovechaba entonces del ganado ajeno para faenar cebo y grasa, de cuyo explotación vivían.
También nos encontramos con aquellos otros grupos de familias que alguna vez fueron agricultores, hoy carentes de medios, decidían probar suerte estableciéndose cerca de algún curso de agua, y montes que le proveyera de leña, para dedicarse a su profesión, aunque por falta de recursos terminaban como los “arrimados” tras los animales, llamados por eso “falsos agricultores”.
La realización de las “vaquerías” no era una operación rápida y sencilla, se necesitaban muchas manos diestras para trabajar con animales indómitos, al que debía agregarse la internación en los campos; obligando finalmente a contar con una suerte de campamentos provistos de refugios.
Estos refugios precarios consistían en ranchos para pasar la noche a cubierto de las lluvias o el sereno. Aquí observa Carretero algo muy interesante.
“La frecuentación en las zonas de las rinconadas hizo que a veces esos ranchos se mejoraran y convirtieran en lugares de cita para los que trabajaban en las vaquerías o para la mano de obra libre, pues en ellos siempre era posible encontrar refugio y contacto social con otros hombres.”
Y agrega “En muchas ocasiones esos ranchos precarios eran usados por el tiempo que demandaban las tareas y luego eran abandonados, sin ser destruidos.” Queda claro en que había devenido el corral andaluz en salvaje pampa bonaerense; una suerte de proto-estancia.
Hace ya tiempo, un artículo aparecido en la revista Todo es Historia titulado “Caballos, gualicho y corrales” amplía nuestra hipótesis de trabajo y considera este significado arcaico de corrales como vecindad, una hipótesis seria a la hora de ser aplicada para dilucidar el origen de los misteriosos corrales de piedras en Tandil.
Laguna y Montes del Vecino
Volviendo a nuestra historia local, en la Circunscripción III del actual partido de Dolores, en campos que fueran de Jacobo Parravicini, se encuentra en la actualidad una laguna, que en otra época contaba con un monte o bosque de talas, ahí estaría ubicado el Corral del Vezino que cita el documento colonial más arriba; y es sin lugar a dudas el que dio nombre a la Laguna del Vecino y Monte del Vecino, y también a la cañada inmediata.
Cañada del Vecino
La llamada Cañada del Vecino, conocida también como “Huncales del Vecino”, nacía como prolongación del Arroyo Langueyú a la altura del actual partido de Ayacucho, continuaba por el P. de Guido, atravesaba el sur del P. de Dolores y concluía en la Cañada de Díaz en el P. de Tordillo.
Esta cañada constituyó uno de los límites del cuartel Nº 6, también denominado Kakel, del Partido de Monslvo; que luego pasó a la jurisdicción del Juzgado (Partido) de Tandil; y que en 1839 adquirió su autonomía.
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(1) Vaquería.- Incursión en campos tras la caza de ganado cimarrón que pastorea libremente. El procedimiento consiste en que un grupo de gentes bien montados y hábiles en el oficio, acompañados de un buen número de perros, salen a la campaña a toparse con vacunos cimarrones que rodean ayudados por los canes, y hieren en el garrón con un instrumento llamado desjarretadora, filosa media luna metálica atada al extremo de una caña con el objeto de seccionar cualquiera de los miembros posterior del animal impidiéndole seguir huyendo. Luego de voltear así numerosas reses, los jinetes regresan a finalizar el sacrificio para extraerles el cuero, sebo y lengua. El resto quedará sin aprovechar para alimento de las fieras.

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
“Gran Enciclopedia de Andalucía”
http://club.telepolis.com/nachoben/TrydacnaTelepolis/arquitectura_rural/corrales_de_vecinos/corrales_de_vecinos.htm
Diccionario de la Lengua Española, RAE, 17º ed. Madrid, 1947.
Barcia, Roque. Diccionario General Etimológico de la Lengua Española. II Tomo. Buenos Aires, 1945.
Coluccio, Félix. Diccionario Folklórico Argentino. I Tomo. Buenos Aires, 1964
Carretero, Andrés M. El Gaucho Argentino; pasado y presente. Buenos Aires, 2002.
Viñas de Trejo, María Marta y otros en: Caballos, Gualicho y Corrales. Todo es Historia, Buenos Aires, enero de 1977

1 comentario:

Javier dijo...

Hola recien encuentro la pagina y me puse a leer este articulo, que me parecio por demas interesante. No me imaginaba que el nombre podria venir de esa acepcion de la palabra corral. Felicitaciones
Saludos
Javier
www.tradicionesbonaerenses.blogspot.com