Rastrillada:Huella o rastro más o menos visible, que en el suelo firme y sobre el pasto dejan la huella de una caballería, las plantas de un cuadrúpedo cualquiera, o las ruedas de un vehículo en las zonas o caminos poco frecuentados. Ella constituye una fuente preciosa de informaciones para nuestros afamados rastreadores. Dr. Lisandro Segovia. Diccionario de Argentinismos. 1911.-

martes, 23 de marzo de 2010

...una errata que amerita corrección

"...que nadie olvide de donde viene, porque si lo olvida
no sabrá quien es ni tampoco sabrá adonde va”

Jaime Dávalos

"Había corrido un largo año. Andando y andando los caminos de huellas llaneras y cansadas, durmiendo de día en algún pajonal y caminando durante la noche bajo el firmamento balizado de luceritos, sin poder alejarse mucho de los pagos de Dolores en donde estaba Felisa, llegó Rojas en una tardecita de verano a la vista de su pueblo natal. No pensó nunca en hacerlo; era más bien una fuerza incontrolable la que poco a poco lo iba trayendo como de tiro, desde el canadón de El vecino hasta el pueblo de General Guido...
Sofrenó el tobiano colorado y se quedó mirando a los lejos en la llanura dorada por el sol de enero aquel montoncito de árboles, casas y ranchos blanqueados, que eran como un mojón en la planicie, interrumpiendo en un pedacito la firme pegazón de la tierra con el cielo. Sobre el verde oscuro de las arboledas apuntaba hacia arriba la torre cuadrilonga de la humilde iglesia, pintada de blanco y terminada en una pirámide de cuatro caras iguales. Pag. 288
Hacia el oeste, ocultos casi por el resplandor del sol declinante y semitapados por nubes de jejenes, los montes de La Quínua y de Newton parecían en la distancia pequeños accidentes de la corteza terrestre. Más para este lado, el de Santa Catalina era un apezuñamiento corto y deforme, y sobre la costa oeste de la laguna del Carnero el viejo caserón de El Mirador con un descarnado eucalipto que visto desde lejos se asemejaba a un vendedor de globos. Pag 289Detrás, el vasto espejo de la laguna cortaba en redondel el horizonte hasta mostrar al otro lado una orilla baja, de pastizales verdes, pareciendo que la llanura entraba despaciosamente al agua. Bandadas de cisnes ponían en el contra luz del solazo de aquella tarde, el movedizo punteo de alas blancas entreverado con el rosado plumaje de espátulas y flamencos.
Al ver el cementerio, Rojas, maquinalmente, sujetó despacio a su cabalgadura y sacándose el sombrero, espió por el portón de hierro coronado de lanzas que iban de mayor a menor, la callejuela principal que se cortaba muy pronto contra la pared del fondo. Las sepulturas alineadas, alargaban ya en el poniente las desmedidas sombras de sus cruces, entre la soledad y los yuyales que las avanzaban por todos lados. Ahí estaban los huesos de su madre, los de doña Liberata y los de tantos conocidos... Pag.290
Fragmentos de El Camino es Largo de Augusto J Bialade 1972.-


Cuando colocaron el rótulo indicativo del nombre de la calle que distingue a Augusto José Bialade (h), las autoridades no advirtieron el error ortográfico que había cometido el fabricante de los letreros indicadores, la calle pasó a conocerse como “Vialade”, una errata que amerita corrección.

Augusto José Bialade, Tito para sus amigos, nació aquí en 1903, en el pueblo de General Guido, Partido del Vecino. Hijo de Augusto Pedro Bialade, Jefe del Registro Civil y de Juana Florinda Cambiaggi, Maestra. Aquí vivió hasta el año 1917 cuando la familia se muda a la Ciudad de Dolores.

Abogado. Juez. Lúcido narrador de las historias contadas en voz baja en las cocinas familiares de su infancia, transmitidas de padres a hijos. Augusto J. Bialade no sólo no olvido de dónde venía sino que rescató esas tradiciones en la Leyenda y El Romance de Kakel Hincul, en la novela El camino es largo.

Los Bialade

Foto: http://good-times.webshots.com/photo/1083682858047851296nfoRKK

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